Aquella promesa de Ethan, pronto se fue volviendo una costumbre. Cada vez que podían, Jazmín se colaba en la habitación de Ethan, y el amor que se juraban en la intimidad encontraba su despertar en la calidez de sus brazos.
Con el tiempo, su vínculo dejó de ser solo un secreto de puertas cerradas; cada vez más compartían juntos, la hora de la comida, las risas, las miradas cómplices y esos silencios que hablaban más que las palabras. Oliver, con su ternura y su inocente alegría, se convirtió en un lazo más fuerte entre ambos.
La presencia de Alicia también se hizo más constante. De dos en dos días aparecía para ver a su nieto. Algunas veces llevaba a Jake consigo; otras, lo dejaba al cuidado de la empleada de confianza. Lo que Ethan ignoraba era que cada visita no era solo por afecto a su nieto, sino porque estando dentro podía ver y escuchar todo que podía. En silencio recogía detalles que podrían ser útiles más adelante tanto para ella como para su hija Jane.
Una tarde, al l