Ethan salió de la habitación como una ráfaga, con los ojos desorbitados y el corazón golpeando con fuerza dentro de su pecho. Se detuvo en medio del pasillo, mirando a todos lados y direcciones, buscando una respuesta.
En ese instante, Jazmín salía de su habitación, apenas terminando de ajustar el cuello de su blusa, ajena al caos que se avecinaba. Apenas lo vio, se detuvo en seco, confundida por aquella expresión de ira en su rostro.
Ethan la vio, dio un par de zancadas acortando la distancia que los separaba, y sin mediar palabra, la sujetó de ambos brazos con violencia. Sus dedos se clavaron en su piel como garfios, y su mirada encendida por la desesperación, quedó a escasos centímetros del ella.
—¿Dónde está mi hijo? ¡Dime dónde está, maldita sea! —gritó iracundo, sacudiéndola con una fuerza desmedida.
Jazmín jadeó, sin aliento, sin entender lo que estaba pasando Sus ojos se agrandaron por el miedo y la confusión. El dolor en sus brazos era real, pero más lo era la incomprens