Hambriento y sediento

—Me gustan los niños —dijo sin más, elevando sus hombros.

Mateo asintió con lentitud. Ella volvió a mirar su reloj un tanto ansiosa. A pesar de que la conversación pareció amena, en un punto se tornó incómoda para ambos.

—¿Quieres que te lleve? —preguntó entonces, Mateo en tono amable.

—No es necesario… pediré un taxi. —agregó ella.

El móvil de Mateo, empezó a sonar. Él lo sacó del bolsillo de su pantalón. Frunció el ceño, al ver que se trataba de Ethan. Se levantó del asiento para contestarle.

—Ya regreso. Debo atenderle a mi jefe.

Jazmín asintió, mientras Mateo conversaba a lo lejos sin dejar de mirarla, ella tomó su bebida a base de café frío con crema chantilly y sirope de chocolate.

—¿Dime Ethan, sucede algo?

—No, realmente. Sólo era para recordarte lo de la reunión de mañana. Necesito que tengas a mano todo los informes mensuales. Mi madre acaba de llamarme y piensa estar presente en la reunión de la junta directiva.

—¿Qué? Pero… no es necesario que esté present
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