Mundo de ficçãoIniciar sessão—¡Estás como una cabra!
Escuché el grito de la ratona, apenas empujé la puerta del departamento, asumí que le ganó la frustración debido a algún ejercicio de dibujo. Sin embargo, al acabar de entrar lo que vi fue algo muy distinto: Santi reposaba en pose loto sobre el sofá azul de la sala, cargaba su guitarra en las piernas y sonreía mientras le mordía la parte superior. La mirada de mi amigo suplicaba a gritos perdón, aunque esa actitud relajada que mantenía contrarrestaba el efecto. —Mina bonita, a vos te consta que he mejorado, mi maestra es re joya. —Eso no lo dudo —añadí a la conversación antes de dirigirme a la cocina por un vaso de agua; Mariana me devolvió una sonrisa, aunque enseguida volvió a lucir molesta. —Tío, dile a este capullo que eso es una menuda mierda.






