Mundo ficciónIniciar sesiónCorría el verano de dos mil veintiuno cuando el desgarrador dolor por la muerte de Kevin amenazaba con destrozarme el corazón. El distanciamiento de Oliver golpeaba mi pecho para acelerar tal efecto.
Lo único bueno que trajo aquella temporada fue la vuelta a casa de mis hijos menores, la presencia de ambos se volvió un bote salvavidas en medio del océano de sufrimiento, aunque el constante miedo a que su hermano mayor los pusiera al tanto de la situación, disparaba mi ansiedad.
—¡Hombre, agarra bien a la bebé que no muerde! —le dijo mi risueña hija desde la piscina a su hermano Mike en cuanto recibió a la pequeña Mile de manos de su cuñado.Aquel fin de semana el sol estaba en su apogeo, pese a eso, el día se sentía fresco e ideal para compartir en el patio. Yo me encargaba del asador y el olor ahumado de las carnes nos tenía a todos con hambre







