Punto de vista Maximiliano
Después del brindis que hizo mi padre, tomé a mi esposa de la mano y la llevé a un lado de la celebración.
—¿Qué romántico verdad? —Le dije mientras chocaba mi copa contra la suya de nuevo
—Demasiado romántico mon amoure—Me dijo en un tono francés mal pronunciado. Ya se le notaba el estrago que le estaba dejando el alcohol.
—Pero todo matrimonio necesita su noche de bodas—La mire ansioso, mis ojos estaban llenos de lujuria, ¿Qué matrimonio decente no tenía una noche de bodas? El mío no sería la excepción.
—Nuestro matrimonio, no. Tenemos un contrato, y esta celebración es una simulación, así que esa tal noche de bodas señor Ferrer, ¡No existe! —Notaba el sarcasmo en sus palabras. Me encantaba.
Mire hacia su escote en forma de corazón y pase mi lengua por mis labios, ladee mi copa haciendo que se derramara un poco de vino sobre su pecho y ella abrió la boca.
—¿Qué haces?
—Necesitas limpiarte, te manchaste el vestido—Le respondí —¿Te acompaño?
Los ojos de Mad