Punto de vista Maximiliano
Verla allí acostaba como un borreguito, gimiendo descontrolada por mi sexo, logró que me estremeciera y quisiera estar dentro de ella de inmediato, pero eso haría que se perdiera toda la acción. Pues estaría un minuto adentro y ya me derramaría.
Hice una señal para que la invitada de esa noche entrara a la habitación, el pecho de Madison subía y bajaba agitado, mientras que su frente se perlaba de sudor.
Chantal entró con suavidad al cuarto, la contraté con ordenes específicas, era la primera vez que Madison iba a experimentar algo de esta magnitud, y debía ser cuidadoso, en el fondo, sabía que era algo que ella apreciaría demasiado, su mente era muy abierta, y sus antojos de placer eran bien marcados.
—Maximiliano, mi amor, dime por favor ¿Qué está pasando? ¿Qué vamos a hacer? —Madison se estremecía
—Vamos a probar algo nuevo preciosa, necesito que te relajes, y si no estás de acuerdo, puedes decirme y paramos de inmediato, ¿entendiste?
—¡Oh, Maximilia