Marina forzó una sonrisa, intentando ocultar el pánico creciente en su pecho.
— Sí, está todo bien — miente, con el corazón latiendo acelerado, mientras evita los ojos de Sávio.
— Estás hermosa, ¿lo sabías? — continúa él, inclinándose suavemente para besarla.
El beso de Sávio debería tranquilizarla, proporcionándole ese ambiente familiar y seguro que siempre imaginó que vendría de él. Sin embargo, la dura realidad de la situación le impide disfrutar del momento.
Mientras los labios de Sávio están pegados a los suyos, siente sus manos rodeándola con una intensidad inusual. Sávio parece ansioso por algo, como si tuviera grandes expectativas para esa noche.
Ella ama a Sávio de una forma calma y segura, pero las sombras de Víctor se ciernen sobre todo, trayendo consigo un peso aplastante y sofocante, que amenaza con destruir el equilibrio que intenta desesperadamente mantener.
En el coche, los ojos negros de Víctor se vuelven amenazadores. Él aprieta el volante con las manos, sin soportar