Toda aquella conversación provoca un torbellino de sentimientos en Marina, que apenas logra dormir. Si su mente ya estaba confundida por la avalancha de emociones que la dominaban, ahora siente el peso de las consecuencias frente a sí.
— ¿Por qué tuvo que llamarme justo ahora? — murmura, mientras cierra la puerta del balcón y entra al apartamento.
Rápidamente, verifica la puerta principal y luego comprueba si las cámaras están funcionando.
Mentalmente agotada, decide acostarse, dejando el teléfono a un lado, con la esperanza de escucharlo si Víctor llama o necesita algo. Aunque su cuerpo está exhausto, la mente de Marina continúa vagando, dominada por pensamientos confusos y sentimientos que no logra apartar.
«Necesitas reaccionar, Marina», piensa, cerrando los ojos e intentando relajarse, aunque su corazón sigue acelerado.
[…]
Mientras conduce hacia el hospital donde está Raúl, Víctor piensa en la joven rubia que dejó en su apartamento. Su cuerpo aún responde al calor de los momentos