Al ver a Joana Ferraz salir de la casa de su hijo menor, el chofer abre de inmediato la puerta del coche para que ella suba.
— Ve directo a casa — ordena con un tono seco y decidido, mientras saca el celular del bolso con cierta prisa; sus dedos firmes marcan un número que había memorizado como si fuera parte de sí misma, ya que no podía guardarlo en la memoria del teléfono.
Tras algunos tonos, la voz de Xavier Ferraz responde al otro lado de la línea, con un matiz de expectativa.
— ¿Cómo fue, querida? ¿Lograste convencerlo? — pregunta, dejando que la ansiedad se transparente claramente en su voz.
Suspirando con pesadez, ella fija la mirada en el paisaje que pasa por la ventana, mientras el coche acelera.
— Aún no lo sé con certeza, Xavier — responde, mezclando frustración y determinación. — Pero estoy preparando el terreno. Sabes que Víctor es muy desconfiado. Está tan ciego por esa chica que será más difícil de lo que imaginaba.
— No importa, al final nada de eso valdrá la pena — af