Cuando ve salir al hermano del cuarto, Rodrigo percibe por la expresión sombría de Víctor que la conversación con su madre fue un desastre. Cruza los brazos, observándolo con preocupación.
— ¿Le contaste lo que pasó? — pregunta, vacilante pero ansioso por respuestas.
Víctor suelta una risa amarga antes de responder; sus ojos reflejan el agotamiento emocional que carga.
— Se lo conté. ¿Y sabes lo que dijo? — Alza las cejas, dejando escapar una sonrisa de puro sarcasmo. — Dijo que lo va a perdonar porque está segura de que, ahora, él va a cambiar.
Rodrigo abre los ojos, incrédulo.
— ¡Eso no puede ser en serio! — exclama, como si esperara que Víctor lo desmintiera.
Víctor niega con la cabeza, mientras el sarcasmo da paso a un cansancio profundo. Pasa una mano por el cabello, intentando organizar sus pensamientos, mientras su voz adopta un tono más grave.
— Mamá está ciega, Rodrigo. Completamente ciega. Y ni siquiera voy a empezar a enumerar las atrocidades que tuvo el valor de decir en e