— Veo que tienes sangre en los ojos, ¿eh? — comenta Rodrigo con una sonrisa ladeada, observando lo determinado que parece su hermano.
— ¿Y no debería tenerla? — replica Víctor, indignado. — Mira la trampa que le tendió a Marina. La pobre tuvo que prácticamente detener su vida por culpa de esos dos desgraciados. Quiero que paguen, Rodrigo. Y no descansaré hasta que eso suceda.
Rodrigo asiente, pero mantiene una expresión más neutral.
— Conseguirás lo que deseas, estoy seguro. Pero, sinceramente, creo que la que menos perderá será su amante, esa tal Andressa. No sé cómo piensas vengarte de ella por lo de Marina.
Víctor sonríe con enigma, inclinándose levemente hacia adelante, pero antes de responder, su teléfono comienza a sonar.
— Espera un momento —dice, tomando el móvil y viendo el nombre del detective en la pantalla—. Esto no será un problema —añade, atendiendo la llamada y activando el altavoz.
— Buenos días, señor Ferraz, acabo de enviarle otro informe —informa el detective.
— ¿Y