Mientras camina hacia la oficina de su hermano, Víctor Ferraz mantiene una expresión aún más seria de lo habitual. En su mente, el pensamiento es claro: Marina debe pagar las consecuencias por atreverse a creerse más lista que él. Quiere dejar claro que nadie lo engaña.
Al acercarse a la sala de Rodrigo, ve a Katrina en su escritorio y a Marina en el escritorio contiguo.
Al notar su presencia, Katrina acomoda rápidamente el escote de su camisa y le lanza una sonrisa maliciosa. Víctor está consciente de las intenciones de ella. Aunque a veces disfruta de sus insinuaciones, no es por eso que está allí en ese momento.
— Buenos días, Víctor — saluda Katrina con voz dulce y melosa.
En ese instante, Marina también percibe su presencia y, con más formalidad, levanta la cabeza.
— Buenos días, señor Ferraz — dice en tono profesional.
Víctor, sin embargo, ignora deliberadamente a Marina y se enfoca solo en Katrina.
— Buenos días, Katrina. ¿Mi hermano puede recibirme ahora?
Katrina sonríe, satis