Al despedirse de Víctor con un beso largo y ardiente, Marina entra en casa. Justo cuando está por pasar a la sala, escucha la voz de Andressa llamándola desde el portón. Sorprendida, baja las escaleras y lo abre, encontrando a su amiga con una mirada curiosa y una sonrisa ligera en el rostro.
— Hola, Andressa, ¿todo bien? — saluda Marina, intentando disimular el cansancio en su voz.
— Estoy genial, pero parece que tú estás todavía mejor que yo — bromea Andressa, con una sonrisa maliciosa. — Perdóname, amiga, pero vi cuando tú y Víctor se estaban besando y… no pude evitar venir a saber qué está pasando.
Marina suelta un suspiro cansado, pero sonríe y decide ser sincera.
— Entra, te lo contaré todo — invita, y las dos suben hasta el cuarto, donde se sientan en la cama, una al lado de la otra.
Marina respira hondo antes de hablar.
— Víctor vino aquí y pidió permiso a mis padres para ser mi novio — revela, observando la expresión de sorpresa en la amiga.
Andressa lleva la mano a la boca,