Lentamente, Marina abre los ojos, sintiendo un dolor punzante en la cabeza que dificulta incluso el simple acto de ver. Parpadea varias veces, intentando orientarse en la habitación, y se da cuenta de que Andressa no está allí. Al intentar levantarse, nota que aún lleva puesta solo la lencería de la noche anterior, lo que la hace sentir levemente avergonzada. Se apresura a buscar su ropa, camina hasta la sala en su procura y pronto regresa al cuarto.
En el baño, escucha el sonido del agua y, al girarse, ve a Andressa saliendo con el cabello aún húmedo.
— Buenos días, bella durmiente — la saluda Andressa con una sonrisa cálida, mientras pasa la toalla por sus mechones.
— Buenos días… — responde, llevándose la mano a la frente, aún molesta por el dolor.
— Parece que despertaste con resaca — comenta Andressa, tomando una ropa elegante para vestirse, sin ocultar la satisfacción.
— Sí, me duele la cabeza y el cuerpo como si un tractor hubiera pasado por encima de mí — bromea, caminando hac