Ethan no podía evitar sentirse inquieto, como si Ava estuviera alejándose cada vez más de él. No entendía del todo el motivo, pero la incomodidad crecía dentro de su pecho como una punzada constante.
Sophie besándolo de esa forma frente a ella había sido extraño. Antes, jamás le habría importado, pero ahora… ahora le incomodaba.
Sacudió la cabeza con fuerza, incapaz de darle forma a aquellos pensamientos porque la vía que tomaban era demasiado peligrosa. Era como caminar al borde de un precipicio: sabía que un paso en falso lo hundiría en un lugar del que no podría regresar. Y aun así, apenas tuvo la oportunidad, se levantó y fue a buscar a Ava con la excusa de que ya se había expuesto demasiado al sol.
Desde la distancia, Sophie lo observó prácticamente correr detrás de su asistente. Apretó los labios con rabia contenida.
—Maldita Ava… —murmuró entre dientes, clavando las uñas en la tumbona—. Con esa actitud de mosca muerta y esa cara de víctima, ¿cómo pretende competir conmigo? Eth