El restaurante campestre está lleno debido a la hora del almuerzo y poco a poco se va perdiendo la intimidad que tuvo la pareja al momento de llegar.
Karen solo se limita a mirar al hombre que tiene frente a ella, solo se limita a hablar con el mesero.
— ¿Una mujer como yo? — insistió para que él le dé una respuesta.
Los ojos oscuros de Gabriel la miraron por un largo rato, debatiéndose en qué debía decirle, cuando ni él mismo sabía el porqué se empeñaba en que fuera ella la mujer para darle ese hijo que ahora desea.
—Sí, una mujer como tú. Emprendedora, que trabaja duro para alcanzar tus sueños. Si busco a una niña mimada, no creo que sea lo más conveniente, en cambio, una mujer con experiencia en estos temas, es lo más acorde a mis planes.
— «¿Experiencia?» — se burl&o