No fueron muchos los minutos que tuvo que esperar, porque la puerta se abrió dejando salir a Gabriel Cooper con una cara de enojo y que al mirarla sus ojos prácticamente la fulminaron con ira.
Camilo se hizo a un lado y Gabriel quedó frente a la mujer.
— ¿Ya tienes todas tus pertenencias recogidas? — preguntó Gabriel sin siquiera saludar a la mujer.
Deyanira arqueó una ceja al oírlo tan brusco.
—Señor presidente, se dice: buenos días —la voz de ella tenía cierta altanería. Sus ojos devoran al hombre que estaba vestido con una camisa blanca que deja ver una parte de su pecho. La mujer se deleita en mirarlo, es algo que ella no puede ocultar por mucho que trate de evitarlo.
Gabriel solo la contempló en silencio, esperando su respuesta.
—Sí, ya tengo todas mis pertenencias recogidas para ocupar el nuevo cargo que usted haya decidido para mí—. En ningún momento, ella va a permitir que la saquen de su trabajo. Lleva años trabajando en esa empresa y sus sueños están puestos ahí y los pien