Estos días han sido tan bellos, Nathan era el hombre más maravilloso del mundo y me hacía sentir la mujer más afortunada al haberlo encontrado.
Ya parecía vivir en mi casa, cada noche al llegar encontraba algo nuevo de él desperdigado por el lugar.
Para acompañar a Nicco había pedido horarios más flexibles y no estaba tomando nocturnos, lo cual agradecía y no solo por mi hijo, sino que también por mi, sentirlo cerca me daba seguridad, una que jamás había sentido.
Nos despertamos casi al alba y volvemos a juguetear en la cama y en la ducha, no había espacio en esta casa que no nos haya servido para disfrutar de nuestros cuerpos y eso era como mi inyección diaria de energía.
Estábamos a nada de que Val y su equipo le realizaran la operación a Nicco, cuestión que me tenía un tanto nerviosa, pero Nath controlaba esa inseguridad con palabras calmadas y unos arrumacos.
Como cada mañana, le preparé su lonchera. Hice un pollo en salsa agridulce con arroz frito, ensalada de lechuga con pepino