Si me vieran la cara de estúpido que llevo en estos momentos, es que ni yo me la creo, ¡Ella me dijo amor! Y no contenta con eso me lo volvió a dar a entender con ese tremendo beso que me dio.
¡Dios ¡¿Podría haber alguien con más suerte en esta vida?
Me fui canturreando una canción de Eros Ramazzotti, hasta los gustos de mi mafiosa me los había pegado en estos días juntos y obvio que hice de todo para que ella estuviera junto a mí. No solo por las increíbles sesiones de sexo que teníamos cada noche, lo que estábamos viviendo iba más allá. Todo se traducía en la enorme complicidad que logramos en tan poco tiempo, desde nuestras conversaciones con Nicco en el hospital, hasta comer un simple plato de pasta después de llegar a Casa...
Me había adentrado en su pequeño mundo y los hacía partícipes del mío, todo fue tan natural y espontaneo.
-Ah, mi mafiosa favorita, hoy será un maravilloso día.
Llegué al hospital y me sumergí en mis obligaciones, la operación de Nicco estaba establecida par