Con la frente en alto.
—Cumplí con lo acordado. Ahora Nicco debe volver al hospital.
—¿No puede quedarse conmigo? Él ha estado bien, a pesar de todo y creo que…
—Mire señorita Piaggio, Nicco ha estado controlado porque yo estoy con él, ¿no entiende todo lo que ha pasado este niño en todo este tiempo? ¿Cómo puede decir que le preocupa su hijo si no es capaz de entender su situación?
—¡La entiendo, pero no la comprendo! No soy médico como usted para sabérmelas por libro doctor Malory.
—Pues entonces haga caso y deje de decir burradas, nos devolvemos al hospital y punto…
—Y ahí se había acabado toda la paz y tranquilidad que pude tener con esa mujer.
—Pero ¿el niño volvió al hospital?
—¡Por supuesto! Y se encuentra bien.
—Entonces ¿de qué te quejas?
—De que crea que hago todo esto por molestarla, sabiendo que lo único que me interesa es el bien de Nicco.
—¿Estás seguro de todo lo que me acabas de decir?
—Absolutamente seguro.
—¿Y ahora quieres mi opinión?
—Sip, sino no me tendrías aquí.
—Oh gracias, su ma