-¡¿Chi crede di essere questo dottore nella vita del mio Nicco?!
Non capiva che bastavano i ringraziamenti che gli aveva fatto?
(¡¿Quién se cree este doctor que es en la vida de mi Nicco?!
¿No entendía que ya con las gracias que le había dado bastaba?)
Es que es tan odioso y mandón, ah y obstinado que me saca toda la paciencia que puedo tener a la velocidad de la luz.
Entendía la situación de mi hijo, entendía que su salud era lo primordial, pero también debía resguardarlo de alguna forma u otra y todo se podía ir al carajo si alguno de los hombres de mi padre aparecía.
Ya había recibido, por mensaje de la gente que quedaba leal a Doménico, la información de que esa gente me estaba buscando, sobre todo ahora que mi padre sufrió un infarto y se encontraba hospitalizado, algo que me importaba menos que un paquete de palomitas, pero que hacía que ese otro estúpido me buscara para desposarme y poder acceder directamente al trono del Don de la camorra. Sabía que mis hermanas no eran material de esposa, pues a esta época tienen 12 y 8 años, eran las hijas de la segunda esposa de mi padre y había tenido el mismo destino que la mía. Morir por no ser lo suficientemente perfecta para ese ser detestable.
Necesito mover mis piezas y ahora que Nicco está nuevamente en el hospital deberé hablar con Val.
- Sí, eso será lo mejor. Necesito una ducha y desestresarme unos minutos.
Entre a mi departamento y lancé las cosas por todos lados, mientras me desnudaba pensaba en como ese rubio me trata peor que una niña y con esas palabras de sabelotodo cree que me intimida.
¡Diablos, Soy hija de la cosa nostra! Si lo supieras no me tratarías así ricitos de oro, estarías temblando de miedo de solo pronunciar mi nombre.
Entré al baño y abrí la llave, un buen baño de tina me despejará, todo tiene su momento y ahora es mi momento de descansar.
Después de echar unas sales de baño y algunas esencias me metí y coloqué mi cabeza en el respaldo, cerré mis ojos y volví a pensar en mi amado Romeo...
Estamos ambos en la bañera, es tan pequeña que el agua cae como cascada al suelo, sus manos delicadas me acarician mis brazos y sutilmente besa mi cabeza, extraño tanto ese olor a madera y clavo de olor que desprendía su cuerpo, a sus hermosos ojos que veo reflejados en mi pequeño y a todo lo que él fue para mi...
-¿Lo sai che sei una ragazza pazza e cattiva? (¿Sabes que eres una loquita traviesa?)
-Certo, che mi tieni così (por supuesto, tú me tienes así)
-Penso che sia ora di parlare con tuo padre, mia principessa. (Creo que es momento de hablar con tu padre, mi princesa)
-Sei pazzo? Mio padre ti ucciderà! (Estás loco? Mi papá te va a matar)
-Sono il figlio del tuo consigliere, potrei essere un buon candidato (Soy el hijo de su consejero, puedo ser un buen candidato)
-Ha già un candidato in vista, non so cosa fare per rinunciare a quell'idea (Él ya tiene un candidato en vista, no sé que hacer para renuncie a esa idea)
De un momento a otro el escenario cambia y veo a Romeo crucificado en el sótano de mi casa, a penas con su último aliento me susurra.
-Smettila di sognare principessa, devi svegliarti, il nostro Nicco va protetto e lui ti aiuterà... (Deja de soñar princesa, debes despertar, nuestro Nicco debe ser protegido y él te ayudará...)
Abro los ojos de golpe y no sé cómo, pero me encontraba sumergida hasta el fondo del agua, siento mis pulmones llenarse de agua y el pánico entrar en mí, como puedo me impulso y salgo de la bañera vomitando todo lo que tenía en mi interior.
-¡Niña tonta!- me reprendo, tosiendo como condenada y dejando que el aire sea ahora el que llene mis pulmones.
No puedo creer que me haya quedado dormida en la bañera, señor dame un poco de paz y tranquilidad solo hasta que Nicco sea operado y luego prometo desaparecer y no molestar más ¡Lo juro, mi dios, lo juro!
Salgo de la bañera y me seco refunfuñando conmigo misma, es que ¿Cómo puedo ser tan poco considerada con mi hijo? Él lo único que tiene soy y yo y casi me ahogo en esa bañera.
Con el ánimo por los suelos y recordando mi sueño con Romeo me acuesto, necesito descansar unos minutos...
Unas grandes manos acarician mi cuerpo y siento calor entre mis piernas, se siente tan delicioso que quiero más, muevo mi cuerpo cual serpiente y tomo una de esas manos para que alivie mi necesidad.
-¡Oh, que rico... sigue así!
La mano que tomé, junto a la mía masajea mis pliegues y se adentra para tocar mi botón de placer, mis gemidos salen como si fueran suspiros y muerdo mi labio inferior para aplacar el éxtasis al que estoy llegando.
-Me encanta que estés así de receptiva...
-¿Qué?
Abro mis ojos como platos y estoy sola en mi cama, mojada por el sudor y mis fluidos, es que era tan real, solo que esa voz...
- ¡No puede ser cierto Gia¡ ¿Estabas soñando que el doctorcito te estaba follando con sus manos? ¡Cada día estás más loca mujer!
Me levanté, odiando al mundo y sobre todo a ese ricitos de oro, es que cómo puede aparecerse hasta en mis sueños húmedos.
-Argh, debo solucionar esto hoy, sí o sí.
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