— A construir nuestro nuevo destino — repuse yo
Cuando llegamos a casa, los cuatro tomamos una ducha, arreglamos nuestras maletas nuevamente, y salimos, caminamos sin rumbo. Fuimos hasta la iglesia, para saludar al padre Adonis, que siempre nos había apoyado, y que siempre quiso que estuviéramos juntos desde que éramos novios.
— padre, hemos vuelto — dijo Eduardo sorprendiéndolo por la espalda mientras este limpiaba unas imágenes de los santos
— Eduardo, querido, Eduardo — exclamó él, abrazándolo efusivamente, cuando me miró su sorpresa fue mayor — Díganme por Dios, que finalmente están juntos — dijo alegre
— Lo estamos, padre, a pesar de todo, hemos vencido las barreras — contestó Eduardo tomándome de la mano.
— Si ustedes quieren los caso ahora mismo — dijo él sonriendo. Eduardo me miró sorprendido, animado a hacerlo, pero yo quería casarme de otro modo, yo quería que mi boda fuera algo más especial
— No, padre, cuando nos decidamos volveremos, por ahora debemos marcharnos, este lugar trae malos augurios, y no aguantamos uno más — le dije a lo inmediato, Eduardo me miró apenado, pero consciente que irnos rápido era lo mejor
— Nos casaremos, te lo prometo — murmuró Eduardo
— Hablaremos eso después — le contesté tranquila, mientras el sacerdote nos miraba
— Que sea Dios bendiciendo su amor, y guiando su camino. Sé que se aman y eso importa más que cualquier ritual — afirmó el padre Adonis sonriendo, cuánta verdad había en sus palabras.
Salimos de la iglesia con la bendición puesta en nuestra vida, en una camioneta, igual que llegamos, nos regresamos a la ciudad, llegamos al aeropuerto y compramos nuestros boletos para Barcelona.
— hermano, yo regreso a California — dijo Páter con sus dos boletos en la mano
— ¿Seguro? — lo interrogó Eduardo
— Sí, debo cuidar de la empresa y de mis tíos y darle a Lucrecia la vida que se merece — contestó Páter convencido
— Hermana, perdóname por marcharme justo hoy que nuestras vidas se han unido más, pero es hora de que tú alces tu vuelo y yo también, amo a Páter con locura y sé que él a mí también, así que es momento de que nos separemos, pero prometo estar cerca de ti siempre desde la distancia — me dijo Lucrecia sonriendo, las lágrimas ya no eran parte de esto, pues a pesar de que nos separábamos la alegría nos invadía por dentro, y sabíamos que era justo para cada una, buscar nuestro camino, y continuar la vida, solas, cada quien siendo feliz
— Te amo, y te amaré siempre, te prometo que voy a visitarte en cuanto pueda y tú también haz lo mismo — dije para abrazarla y despedirme de ella
— Por supuesto que sí, y por favor estudia — me dijo ella
— Tú también, cumple ese sueño de ser una gran chef — dije finalmente mientras Páter la tomaba de la mano, él se despidió de mí también, y se fue triste por dejar a Eduardo solo
— Cuida bien a este imbécil, no lo dejes hacer más tonterías — comentó dándole un golpe en la espalda a Eduardo
— Ya no más idioteces, hermano, salúdame a Isabel y a tus tíos — contestó Eduardo. Nos quedamos detenidos viendo la salida de Páter y de Lucrecia, era la primera vez que nos separábamos, pero esta vez valía la pena, esta vez estábamos felices. Nosotros tomamos nuestro vuelo a Barcelona, una hora después que Lucrecia y Páter se marcharon.
No queríamos seguir ahí, o más bien, ya no había nada que pudiéramos hacer ahí, necesitábamos un lugar en donde vivir y que no nos augurara desgracias y ni California ni Godella eran una buena opción, pero debíamos quedarnos en España, pues no queríamos olvidar nuestras raíces ni abandonar nuestra cultura, por eso nos quedamos en Barcelona, para estar siempre en nuestro país, pero en un lugar neutral.
Epílogo
Decidí no luchar en contra de lo que sucedió con Magaly y Luis, y aunque perdí toda la herencia de mi padre, consideré que era mejor no tener ningún recuerdo de él, a Lucrecia y a mí nos había causado demasiado dolor, como para querer tener un dinero que había sido obtenido por su empresa, una empresa que también se había robado, así que lo mejor era no buscarlos más y olvidarme de todo eso por completo, hacer como si nada hubiera existido, después de todo, yo llevaba las de perder, pues ellos ganarían ante un juez, y dejar eso atrás, era el mayor acto de amor para mí, y poder encontrar la paz que tanta falta me había hecho.
En Barcelona he podido estudiar Administración de empresas, y así junto con Eduardo, con sus ahorros y todo lo que hemos trabajado, logramos hacer nuestra propia empresa, y administrarla juntos, pues ambos hemos estudiado para hacer lo mejor posible, en esa empresa también exportamos fresas, decidimos que sería de eso, porque ambos conocíamos muy bien todo lo relacionado con ello, y además era una forma de apoyar a Páter con su exportadora también de fresas, que tenía en California, y de la cual había tenido que hacerse cargo finalmente.
A pesar de lo sucedido en nuestra vida, y de los cambios que realizamos para seguir adelante y buscar la felicidad, es imposible olvidarnos de algunas de las cosas que nos sucedieron, y todos los días pensamos en Fabiana, y en su hermano Samuel, es muy triste recordarlos, pero les guardamos un lugar especial en nuestro corazón, cuando tengamos hijos pretendemos ponerle sus nombres para inmortalizar su memoria.
Recuerdo solo a mi madre, he intentado borrar de mi memoria todo lo que pude haber vivido con mi padre, y he intentado también pensar en que por su culpa ella tuvo que abandonar a Lucrecia. Eduardo también hace su mayor esfuerzo por curar su alma, sigue asistiendo a terapias en donde le ayudan con su problema de alcoholismo, él quiere recuperarse completamente, y ser un mejor hombre, mientras yo estudio y leo diariamente, pues es algo que quise hacer siempre, y he decidido velar por mis intereses y luchar sobre todo por el cuido de mi estabilidad emocional.
También Lucrecia ha renovado su vida, y ha logrado sus sueños, es una mujer feliz, y el mayor regalo de la vida, es saber que somos hermanas, y que aunque estemos lejos, nos seguimos queriendo con la misma intensidad. Ella que amaba tanto la concia, logró ser chef y ha montado un restaurante en California.
A veces vienen a visitarnos, pues nosotros no queremos regresar a ese lugar que nos trae malos recuerdos, intentamos mantener nuestra relación en total armonía, y recuperar la tranquilidad que nos faltó por años.
Ya no pienso en casarme, supongo que por los traumas que me dejó la palabra boda, debido a las dos veces en que lo intenté, así que ahora solo de escuchar esa palabra, me aterro, o quizá porque entendí que uno no necesita tener nada firmado para amarse, lo importante después de todo es asumir nuestros errores, y aceptar al otro tal cual es.
Mi padre llevaba seis meses en la cama de un hospital, acribillado por una terrible leucemia, lamentablemente, a como decía él, no había podido tener un hijo varón que se responsabilizara de su empresa en la que cultivaba y exportaba fresas, y solo me tenía a mí, una mujer totalmente encaprichada y contraria a la sumisión, y que, sin embargo, me había dedicado a cuidarlo con total esmero desde el inicio de su enfermedad, pues mi madre había muerto hacía ya más de dos años, si él moría era claro que me convertía en la única heredera de todo lo que tenía. Esa mañana me tomó la mano con tristeza, pero sus ojos revelaban un deseo de imposición sobre mí -Debes casarte por contrato con el dueño de la empresa con la que estoy endeudado o te quedarás en la ruina, es la única forma de salvarte - Dijo con seguridad como si tuviera la garantía de mi aceptación, por supuesto que eso pensaba porque la mayoría del tiempo había querido obligarme a hacer lo que él deseaba sin importarle mis sentimi
— No, Lucrecia, voy a casarme, a Eduardo ya no podré encontrarlo — logré decir totalmente absorta— No lo hagas, Mary — Me advirtió — No te puedes casar sin amor— La palabra boda me aterra, Lucrecia, me hace remover mi pasado y otra vez pensar en Eduardo, hoy lo necesito tanto, sé que si viviera conmigo nada de esto estaría pasando, pero se fue por culpa de mi padre que ahora ha muerto y no me dejó ni una sola pista del lugar al que lo obligó a irse, y sé que ya no podré encontrarlo — Dije llorando y completamente desesperada — Algún día podrán reencontrarse, tengo en mí un presentimiento que me lo grita — Comentó Lucrecia para que me tranquilizara, ella creía mucho en las casualidades — Ya no hay esperanza, Lucrecia, todo ha muerto con mi padre, incluso mi propia vida, que más que vida parece muerte — Alegué completamente frustrada y agotada de vivir esperando que algo bueno me sucediera La luz de la sala era tenue que yo ya me veía cubierta de negro, así me sentía el alma complet
***-Sé adónde lo mandó tu padre pero no sé adónde se encuentra actualmente***Esa frase me había dado un poco de aliento, durante tanto tiempo que me habían mantenido engañada nunca logré obtener ni siquiera algo mínimo, y tener en frente a la mujer que sí sabía lo que se me ocultó por años me llenaba de angustia, miedo y a la vez de alegría- No te quedes callada, mirándome como una boba, sabes bien que necesito saber dónde está Eduardo, ya se murió mi padre, no le debes nada a nadie, Magaly, dime de una vez - Grité desesperada con la voz completamente contrita- No es tan fácil como parece, Mary - Logró contestar- Lo has ocultado durante diez años, qué de difícil puede tener decir un simple nombre que les he suplicado todo este tiempo, y tu amante, mi padre, me mantuvo bajo engaños y promesas que jamás cumplió, ya es momento que alguien se apiade de mí y me ayude, Magaly, no crees que suficiente daño me han hecho, maldita sea, mi padre me destrozó la vida, merezco que al fin algui
- Debo salir de esta burbuja en la que he estado todos estos años, Lucrecia, basta de lamentos y esperanzas, solo tengo que actuar, si el destino quiere me encontraré a Eduardo aunque ya no sea el mismo de mis recuerdos - Aseguré mientras me tiraba a la camaLucrecia solo pudo mirarme con ternura, era la única compañía que me quedaba, posiblemente solo su bondad era la que me mantenía en pie. La noche no fue nada agradable, pensé muy bien lo que debía hacer, a la mañana siguiente, me levanté muy temprano, tomé café rápidamente y salí de mi casa, siempre luciendo ropa negra no por guardarle luto a mi padre, sino porque había decidido que a partir de ahora mi pasado quedaba muerto y vestiría así de ahora en adelante, hasta que la vida finalmente me permitiera mirar a Eduardo-Yo sabía que no ibas a rendirte – murmuró ella-No, no puedo, por más que quiera no pueda – dije dirigiéndome a la puerta- ¿A dónde vas? - Me gritó Lucrecia- A la exportadora - Contesté rápido- ¿Sola?- Sí, allá
Al cabo de un rato, seguí buscando en los archivos de mi padre, con la idea de encontrar una de las cartas enviadas a los papás de Eduardo, para así saber qué era lo que realmente había dicho para que él no volviera por mí.Mis piernas empezaron a temblar cuando en el último archivo, estaban unos papeles envueltos en una bolsa negra, supuse por su fachada que se trataba de algo que ocultaba con sumo cuidado y finalmente la abrí, para descubrir otra más de las mentiras de mi difunto padre en una copia, eso me sirvió, él había dejado copia de todo lo enviado, quizá para tenerlo de prueba o para cavar su propia tumba, pensé incluso que él sabía bien que yo algún día iba a descubrirlo y necesitarlo, por fín sentía que mi padre había hecho algo bueno por mí.- Mary odia a Eduardo, no quiere verlo nunca más en su vida, ella finalmente se dio cuenta que solo es un pobre diablo que no puede ofrecerle nada, ahora que está lejos está mejor que nunca, si ustedes deciden regresar les juro que su
Después de un mes en el que intenté mantener mi vida a pesar del enorme sufrimiento, recibí una carta del señor Liam, una amenaza más para obligarme a casar con su hijo. No me quedó otra opción que pedirle a Luis que me diera el dinero suficiente para viajar a California, y que hiciera los trámites correspondientes para eso.Unos días después todo estaba listo, yo misma me dispuse a buscar mi muerte, era la única opción que quedabaDurante el viaje me dediqué a revisar las indicaciones que Luis me había dado para llegar a la empresa del señor Liam, doce horas de vuelo fueron completamente agotantes, los pies me dolían, pues iba vestida como toda una pueblerina o aldeana, pantalones vaqueros, blusa y corsé negro, y unas botas tacón fino !Mala elección!En el aeropuerto de california le pregunté a la gente qué tren debía tomar para cumplir con exactitud la dirección que llevaba, fue esa la única forma de salvarme y abordar correctamente el vagón que me mostraría la luz al final del túne
- Soy yo, Mary - Dijo el hombre atrás de mí- ¿Eduardo? - Interrogué entre lágrimas con el cuerpo frío por los nervios que también me impedían el andar, pregunté porque en realidad estaba muy distinto, no se parecía en nada al hombre que había visto la última vez, cuando desde la ventana de mi casa miré que se subía a una camioneta roja, aun con su sombrero de paja, su pantalón gris doblado hasta la rodilla y su camisa blanca sin abotonar.El hombre que tenía frente a mí, estaba perfectamente peinado, su barba completamente perfilada, zapatos mocasines negros y brillantes, un vestuario convencional pero administrativo, se veía tan guapo, que olvidé quién era.Ambos detuvimos nuestras miradas, comprendiendo si en realidad lo que sucedía era verdad o imaginación, esperaba que me dijera que estuvo muchos años esperando por mí, que se riera al verme o que llorara, pero que mostrara cualquier forma de felicidad por verme, yo estaba completamente consternada, mirarlo nuevamente me había dev
La palabra ENGAÑO era lo único real que habíamos vivido durante diez años, aunque decirle eso a Eduardo era en vano, puesto que él no estaba dispuesto a creerme, cegado de ira me respondió intentando evadir lo que ya había dicho.- No niegues a tus hijos, Mary- Joder, Eduardo, entiende de una vez que nada de lo que te dijeron es verdad - Repliqué completamente enfadada- Entonces cómo fueron, Mary, si tu padre me obligó a convertirme en este ser que soy hoy - Repuso frustrado- Pues a mí también me obligó a muchas cosas y eso no ha sido capaz de cambiar mi ser, no como tú, que ahora me pareces un total desconocido - Dije con la voz todavía contrita - Yo no he venido aquí a culparte que me hayas dejado con una boda organizada, no vine aquí a gritarte, ni siquiera sabía que te encontraría aquí, y sin embargo tú me agredes, me llenas de improperios sin siquiera escuchar las causas verdaderas de nuestra separación- La separación que tú quisiste - Gritó- ! Que no, maldita sea! Que mi pa