Los días transcurrían con calma en la vida de Avy tras los eventos turbulentos que habían marcado su historia reciente. La tranquilidad se había convertido en su refugio, algo que valoraba cada vez más. Cada mañana despertaba con el sonido suave de Max jugando en su habitación, y cada noche lo acurrucaba en la cama, asegurándose de que sus pesadillas se quedaran atrás. Aunque su vida estaba lejos de ser perfecta, por primera vez en mucho tiempo, comenzaba a estabilizarse.
Era lunes por la mañana. La luz del sol se filtraba tímidamente entre las cortinas de su habitación. Avy se puso de pie, dejando que el frío del suelo le recordara que ese día era especial. Respiró hondo, observando el elegante vestido azul claro que había colgado cuidadosamente la noche anterior. Lo acarició con la yema de los dedos, sintiendo la suavidad de la tela. Su regreso al trabajo, después de semanas de ausencia, significaba mucho más que retomar una rutina. Era su manera de demostrar que había so