Capítulo 118
La boda de Lina fue algo rápido, puro trámite, justo como ella quiso.
No había flores, ni música, ni vestidos elegantes. Solo firmas, sellos y un silencio que pesaba más que cualquier ceremonia.
Para ella, aquel matrimonio no era una celebración, sino un escudo, una barrera definitiva contra su familia, que parecía empeñada en venderla una y otra vez.
Cuando Dario le propuso hacer una boda grande, con invitados y fiesta, ella se negó por completo.
—Siento que me estás utilizando —le dijo Dario, de pie frente a la notaría, con una sonrisa amarga.
—¿Te molesta eso? —preguntó Lina, sosteniendo el certificado de matrimonio entre las manos.
—No —respondió él con calma—. Siempre que seas mi esposa, todo lo demás es irrelevante.
Nara observaba la escena con una mezcla de alivio y orgullo.
Ver a Lina casarse, después de todo lo que había vivido, era algo que jamás pensó que presenciaría.
Pero la calma duró poco.
Un auto se detuvo frente a ellos.
De él bajaron los padres de Lina.