A Lis no le gustó mucho escuchar lo que su hermana le dijo, pero terminó reflexionando sobre sus palabras. Aunque era difícil admitirlo, Luiza tenía razón. Quisieran o no, nadie sabía cuánto tiempo estaría Lis internada en ese hospital, en coma. Como médica, sabía que en unos tres días, el cuerpecito de Lucca habría comenzado a descomponerse y no habría resistido intacto ni siquiera una semana.
Salvo que lo llenaran de medicamentos y conservantes, pero eso no era lo que quería para su pequeño. Y sí, ya que se fue a los brazos del Padre, que descansara en paz y que su cuerpo fuera enterrado dignamente. Los días pasaron en la vida de Lis y, con la ayuda de Jack, fue mejorando poco a poco. Pero ahora se le había metido en la cabeza la idea fija de que quería volver a quedar embarazada para tener un bebé en sus brazos. Para ella, no importaba si era niño o niña, solo quería escuchar un llanto en la madrugada, pasar las noches despierta amamantando.
Quería volver a sentir la sensación de s