Capítulo 34
Eliza

A pesar de mí misma, sentí que las paredes del enorme dormitorio de Luciano se cerraban a mi alrededor. El aire comenzó a faltarme, como si no hubiera suficiente para los dos. Mi pecho subía y bajaba más rápido de lo normal, y no podía determinar si era por la vergüenza, la confusión, o por la forma en que me había mirado Luciano un momento atrás.

—Yo... voy a comprobar si las empleadas ya echaron a Ángel. —Murmuré, y sin esperar respuesta, me di la vuelta para alejarme.

Pero antes de que diera un paso más allá de la puerta, la mano de Luciano atrapó la mía. Con un movimiento rápido y sin esfuerzo, me giró hasta dejarme frente a él, haciéndome sentir que me faltaba el aire de nuevo.

—No tan rápido, cariño —dijo, entrecerrando los ojos, no con enojo sino con curiosidad—. Dime algo; hace un rato, cuando te marchaste en medio de todo ese drama con el personal... ¿estabas a punto de dejarme?

Parpadeé. —¿Cómo lo supiste? ¿Eres telepático o qué? ¿Has estado leyendo mi mente todo este t
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