Un error... ¿o una señal?
Los rayos del sol se filtraban tímidamente por las cortinas, acariciando el rostro de Mariam. Se removió entre las sábanas, sintiendo un calor familiar a su lado. Abrió los ojos de golpe… y se encontró con el rostro dormido de Demian.
Su corazón dio un brinco, y la confusión la invadió como un torbellino. Su mente retrocedió, intentando armar las piezas de la noche anterior. Las risas, el vino, las miradas… y después, el cuarto. La imagen de sus cuerpos entrelazados volvió a su mente como una bofetada.
—¡No, no, no! —susurró llevándose las manos al rostro. Se sentó en la cama, respirando agitadamente.
Demian seguía dormido, plácido, ajeno al caos que crecía en el pecho de Mariam. Ella se levantó con torpeza, buscó su ropa dispersa en el suelo, y se vistió a toda prisa. Aun con el corazón latiendo con fuerza, abrió la puerta con cuidado y salió al pasillo, asegurándose de que nadie la viera.
Pero no tuvo suerte.
—¿Es cosa mía o amaneciste fuera de tu habitación? —dijo Sofía con tono bu