Noticia viral

El aire se volvió irrespirable cuando la imagen apareció en todos los portales digitales y noticieros matutinos. Una foto, una sola, bastó para incendiar las redes sociales y desatar el caos mediático.

Demian Thompson, arrodillado frente a su exesposa.

Su postura denotaba vulnerabilidad; la cabeza gacha, una mano extendida, el rostro apenas visible bajo la sombra de una farola. Frente a él, Claudia lo observaba con una sonrisa gélida, casi triunfante.

El titular más viral lo decía todo:

“El monstruo se arrastra por amor.”

Mariam no necesitó leer el artículo. Ni uno solo. La imagen hablaba por sí sola, golpeándola con más fuerza que cualquier insulto o rechazo previo.

Él había ido a verla. Se había arrodillado. Por ella.

El estómago se le revolvió. Sabor metálico en la boca. Dolor punzante en el pecho. Fue como si alguien hubiese abierto una herida que ella ni siquiera sabía que seguía sangrando.

Y, aun así…

Él no se disculpó.

Cuando regresó esa noche, Demian llevaba la misma coraza de siempre. Frío. Imperturbable. Como si la imagen que estaba dando vueltas al mundo no le importara en lo más mínimo.

Mariam lo esperaba en el comedor, aún con el vestido elegante que su suegra le había pedido que usara esa noche. Se sentía ridícula, incómoda en esa tela cara que no era suya, como un adorno sin sentido en una casa que no la quería.

Lo vio entrar. Sin mirarla siquiera, él dejó las llaves sobre la mesa.

—Puedes marcharte cuando quieras —dijo con voz seca, sin una pizca de emoción—. No voy a rogarte. Y jamás dejaré de amar a Claudia. Eso nunca cambiará.

Cada palabra fue como una bala. Certera. Cruel.

Mariam no respondió. No gritó. No lloró. Solo lo vio marcharse como si nada, como si no acabara de pulverizarla por dentro.

Horas más tarde, comenzó a empacar.

Doblando su ropa con manos temblorosas, sin detenerse. La habitación estaba en silencio, pero dentro de ella había un grito que no paraba.

No soy suficiente. Nunca lo fui. Ni siquiera intento conocerme, me odia.

El ruido de la puerta al abrirse la sacó de sus pensamientos. Entró la señora Thompson, impecable como siempre, pero con el rostro endurecido por la preocupación.

—No puedes marcharte, Mariam —dijo sin rodeos.

—Señora Thompson, su hijo fue claro. No tengo razones para quedarme —respondió ella con la voz quebrada, sin levantar la mirada.

—Mi hijo es un idiota —soltó la mujer, acercándose a ella con determinación—. Está roto. Ciego. Atrapado en un recuerdo que lo consume. Pero tú… tú eres diferente.

Mariam la miró por fin. Había sinceridad en sus ojos. Dolor también.

—Él no me quiere. Me lo dijo. No soy ella.

—Y gracias al cielo por eso. —La madre de Demian tomó su rostro entre las manos, con una ternura que Mariam no recordaba haber recibido de una figura materna—. Claudia le hizo creer que el amor es manipulación, dependencia y destrucción. Pero tú puedes enseñarle otra forma. No para salvarlo. Sino para mostrarle que se puede vivir sin arrastrarse.

Mariam cerró los ojos un instante. Había tanto dolor en su pecho que sentía que no podría respirar. Pero algo, una chispa en su interior comenzaba a arder.

No por él. No aún.

Por ella.

Por la dignidad que aún podía recuperar.

Por no permitir que Claudia ganara.

Respiró hondo y dejó caer la maleta al suelo.

—Me quedaré —susurró—. Pero no por él. Lo haré por mí. Y el día que me marche, será con la cabeza en alto.

La señora Thompson asintió, sonriendo con orgullo.

—Eso es lo que quería oír.

Mientras tanto, en su oficina, Demian observaba la fotografía en la pantalla del portátil. Cada medio la había editado con un nuevo titular:

“El heredero caído.”

“¿Amor o humillación?”

“El millonario arrepentido.”

Sus empleados murmuraban en los pasillos. Nadie se atrevía a preguntarle nada. Las acciones de su empresa habían bajado ligeramente. Todo por una imagen.

Claudia, por supuesto, le había enviado un mensaje:

“¿Ves lo que provocas? Mi rostro está en todos los medios gracias a ti, aléjate si de verdad me amas., me dejaste en ridículo frente a toda la ciudad, ya no te amo, entiéndelo de una vez por todas”

Demian cerró el chat. Apretó los puños. Era como si le atravesaran el corazón con una daga. Era realmente doloroso.

Claudia sabia cuanto la amaba y, aun así, lo lastimaba con cada palabra que salía de su boca, pero como se arrancaba un sentimiento como ese del pecho.

En algunos momentos deseaba odiarla, pero su amor era mas grande que el rencor.

Pensó en Mariam. En su mirada cuando le dijo que se podía marchar.

No lloró. No gritó.

Se quedó quieta. Rota en silencio.

Y por primera vez en años, algo se le movió en el pecho.

No era amor. Aún no.

Era una punzada. Como un clavo oxidado.

¿Culpa?

Tal vez.

Pero él no se disculpaba. Nunca lo hacía.

Y si comenzaba ahora, significaba que era un cobarde. Esa mujer no significaba nada para él.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP