Mariam salió del baño minutos después, con el cabello aún húmedo y el aroma a jabón impregnando su piel. Se vistió con ropa cómoda, tratando de ocultar el cansancio en su rostro. Tomó aire profundamente, intentó calmar su mente agitada y bajó las escaleras lentamente, como si cada peldaño le pesara mil kilos.
A mitad de las escaleras, la voz grave de Demian la detuvo de golpe.
—¿Por qué no me habías dicho que Israel en realidad era tu ex?
Mariam se quedó inmóvil, helada. Sus dedos se apretaron contra la baranda mientras contenía el impulso de suspirar con frustración. Respiró hondo, intentando mantener la compostura. Podía notar la molestia en la voz de su esposo, cargada de reproche y celos mal disimulados. ¿Cómo podía atreverse a preguntarle algo así después de todo lo que había hecho? Era realmente ilógico... e hipócrita de su parte.
Giró la cabeza con suavidad, sin mirarlo aún.
—No era necesario... —respondió en tono firme, sin rastro de culpa— Al menos yo reconozco el pasado y l