—¿Quién eres tú? —preguntó Sophie, atónita.
—Mucho gusto. Soy Gérard Durand, señorita.
Mi hermana no pudo ocultar su asombro, aunque luego sus ojos brillaron con un destello malévolo, el mismo que vi cuando la encontré en la cama con mi ex prometido.
—Increíble, eres el famoso Gérard Durand. ¿La empresa te va a presentar con dinero, Juliette?
—Más bien, estoy apoyando a mi futura esposa —respondió el hombre.
Toda la sala quedó en silencio, incapaz de creer las palabras de Gérard.
—Muy buen chiste, casi lo creo —se rió Sophie, nada divertida—. Es imposible que Juliette pueda ser la novia de alguien tan importante como tú, además, ¿no se suponía que estabas muy enamorada de Bastian, hermana?
Ver a Sophie burlarse de mí me dio mucho valor y dije impulsivamente:
—No es una broma, Gérard y yo somos pareja.
—Por favor, Juliette —se burló—. ¿Esperas que crea semejante mentira? Es imposible que alguien como Gérard esté con alguien tan patética como tú.
Gérard se colocó entre nosotras, protect