—Nada, nada está saliendo bien —digo con un nudo en la garganta, regresando a la casa después del espectáculo vergonzoso que acabamos de darle a los vecinos.
—No pienso meterme otra vez porque ya te dije todo lo que tenía que decirte —interrumpe mi madre desde la sala, donde está sentada con Ethan, al verme entrar.
Paso de largo frente a ella y subo al segundo piso, con Chloé siguiéndome de cerca.
Abro la puerta de mi habitación y lo primero que hago es quitarme las sandalias de tacón que ya no soporto.
Después de eso, no hago más que caminar descalza de un lado al otro de la habitación, sin saber qué hacer.
Se me cruza por la mente tomar mi teléfono, que dejé aquí desde ayer, para llamarlo, pero como era de esperarse, no responde mis llamadas, y tampoco lo espero; está furioso.
—Vas a terminar haciendo un agujero en el suelo de tu habitación —exclama Chloé, llamando mi atención—. Cariño, es obvio que pasó algo, pero no te preocupes, si no quieres contarme, está bien.
—Él y yo... disc