Esas fueron las últimas palabras que escuché de su boca antes de que colgara, dejándome con la respuesta atorada en la punta de la lengua.
Intenté comprender lo que acababa de decirme, ¿cómo se suponía que debía sentirme ahora? Damien estaba bien, se había disculpado conmigo y, a pesar de lo que Gérard le había hecho, no guardaba rencor y tampoco pensaba presentar cargos contra él.
Dijo que se mantendría alejado de nosotros, pero… Gérard y yo ya no estamos juntos.
Eran tantos sentimientos mezclados que ni siquiera podía manejarlos. Me sentía abrumada, confundida, triste, enojada. Y aunque, en cierto modo, me aliviaba un poco lo de Damien, las acciones de Gérard hacían que ese alivio fuera efímero.
Maldición, será mejor que busque un helado o voy a empezar a llorar otra vez. Malditas hormonas.
Fui a sacar el tarro de helado del congelador, y por suerte, mamá todavía tenía la costumbre de comprar mis sabores favoritos, aunque ya no viviera aquí.
Tomé el de vainilla con trozos de Oreo, c