—Muñeca, ¿estás despierta? —pregunto, golpeando su puerta, pero después de varios segundos no recibo respuesta—. ¿Juliette?
Empiezo a golpear la madera con más fuerza; aun así, no obtengo ninguna respuesta, lo que provoca que los peores pensamientos crucen por mi mente, no, por favor.
—Julie, lo siento, pero voy a entrar —digo, girando el picaporte y revelando la soledad de su habitación.
Entro sigilosamente y miro a mi alrededor, tratando de buscar señales de Juliette. ¿Habría salido? No, es imposible, tendría que pasar por la planta principal.
—Muñeca —digo otra vez y, en ese instante, mi vista cae sobre la puerta del baño, así que me acerco a ese lugar.
—Juliette, ¿estás ahí? —digo con la cara pegada a la madera y el pulso empezando a acelerarse—. Julie…
—Sí estoy aquí, Chloé —escucho su voz desde dentro, y en ese instante siento como si el alma me regresara al cuerpo.
—Juliette, joder —digo dejando escapar un enorme suspiro de alivio—. ¿No escuchaste cuando te llamé antes?
—Tenía