—¡Me traicionaste, te burlaste de mí e intentaste dañarme cuando estaba embarazada! —gritó Hellen, con la voz rota por la rabia contenida durante años—. ¿Qué clase de amiga eres? ¿Qué clase de persona hace algo tan atroz como eso? ¡Jamás te habría traicionado, Tatiana! ¡Jamás! Eras como una hermana para mí… pero eso se terminó. Puedo ayudarte, claro que puedo, pero no lo haré. Esto se llama karma, y lo tienes bien merecido.
Tatiana apretó los puños con fuerza. La rabia la consumía por dentro, pero la impotencia era peor.
—¡No puedes hacerme esto! ¡Te lo suplico! —dijo con la voz quebrada—. No puedo ser pobre, no puedo vivir de miserias. ¡Yo soy una reina! ¡Merezco una vida digna!
—¡Caída! —replicó Hellen con desprecio—. Eso es lo que eres. Una reina caída. Además, tu esposo le arrebató la mansión a mis padres cuando más lo necesitaban. ¡Nos dejó en la calle! ¿Y ahora quieres que te ayude? ¡Jamás!
Tatiana sintió que algo dentro de ella se rompía. La furia le nubló el juicio. Ya no le i