Mundo ficciónIniciar sesiónAdrien se sentó en el borde de la cama, con las manos enlazadas en las mías. Me acerqué despacio, con el peluche aún contra mi pecho, su tela impregnada del calor reciente de mi regazo. Me senté a su lado, nuestras rodillas rozándose apenas como dos páginas que se encuentran por accidente en un libro viejo.
—¿Te pesa algo más que el miedo? —pregunté con voz baja, casi como si no fuera mía, sino un pensamiento hecho sonido.
Él giró hacia mí, sus ojos eran una mezcla de esmeralda y pequeñas motitas doradas brillaban en ellos, producto de las luces que se reflejaban en sus iris.
—Me pesa no saber cómo proteger lo que me importa —murmuró—. Me pesa no llegar a tiempo, no entender si el silencio significa peligro o simplemente cansancio.
Me incliné y de







