SORA CAPRICHOSA.
Konrad estaba decidido a aprovecharse de su hija. Ella poseía un poder que jamás habría imaginado, aunque aún no tenía un plan concreto. Solo supo qué hacer cuando las largas piernas de Sora aparecieron frente a él.
—¡Sora!
—¿Qué pasa, papá? —respondió mientras se servía una cerveza.
—Debes saber algo —dijo, mirándola fijamente a los ojos. Una oleada de ideas cruzó su mente. Su hija era demasiado hermosa como para desperdiciarse al lado de cualquier don nadie.
—¿Qué quieres ahora? No tengo dinero para darte, y no pienso darte más para beber. Deberías ser tú quien me mantenga a mí.
—No tengo dinero, pero sí algo mejor... Tu hermana perdida ha aparecido. Ahora es la Luna reina de la manada Luna Oscura.
Sora escupió la cerveza y se levantó de golpe.
—¿Cómo dices? Eso es imposible. Una simple Omega no puede haber llegado tan alto, papá. No tiene sentido.
—Y sin embargo, así fue. Es la reina del Alfa Kael Hastings. Pero yo pienso que él merece a una loba como tú… hermosa, de casta alfa. —K