—¿Qué tienes, Lyra? Te noto extraña últimamente —preguntó Kael, acariciando su cabello justo después de hacer el amor. Su lobo sentía que algo no estaba bien, ni con la loba de Lyra ni con ella misma.
Lyra luchaba por respirar. Sentía un fuerte dolor en el pecho por su afección cardíaca. Los momentos de pasión con Kael eran tortuosos, no porque él la lastimara, sino porque su cuerpo no tenía la resistencia suficiente para soportar la fuerza de un lobo joven como él.
—Solamente estoy cansada, cariño —respondió, intentando sonar convincente.
Kael hundió la nariz en su cabello y aspiró su aroma. Para él, no existía perfume más delicioso en todo el universo. Sin embargo, algo había cambiado... ese aroma estaba perdiendo su fuerza, y eso lo estremeció.
—Lyra... siento que hay algo en ti que no está bien —dijo, y dio un sobresalto—. ¿Estás embarazada?
Lyra se cubrió el cuerpo con la sábana y sonrió con timidez.
—Claro que no, Alfa. Ya quisieras tú llenarme de cachorros. Solo estoy un poco a