El regreso a la mansión Lancer trajo más silencio del esperado.

Fernando entró en su habitación y se encerró allí negándose a hablar con nadie. Ni siquiera con la misma Ximena que se acercó para tocar la puerta para saber si se encontraba bien.

—Vete...—, gritó Fernando sin abrir la puerta.

—Solo quiero asegurarme que estás bien.

—Félix está bien. Eso debería ser suficiente para tí—, dijo Fernando desde el interior de su habitación.

Ximena cerró los ojos y respiró profundamente. A ella le dolía mucho sentir el rechazo de Fernando, pero era imposible que pudiera entender lo que sentía su corazón, porque ni siquiera ella misma lo podía entender.

En tu día a día puedes elegir quién entra y quién sale de tu vida, pero en tu corazón es imposible saber quién se quedará viviendo sin siquiera pagar arriendo. Y para Ximena Montenegro, no había forma de echar a Félix Lancer, a pesar de que había sido el peor de los inquilinos.

Ximena se alejó de la puerta. No quería irse, pero lo mejor e