Cuando la puerta se abre, un hombre de unos cincuenta años aparece en el umbral.
Alto, delgado, con el cabello completamente canoso y unos ojos fríos y analíticos que parecen diseccionarlo todo a su paso.—Pop, ve con la niñera. Recuerda que los invitados están aquí para saber si puedes quedarte con nosotros o no así que tienes que portarte bien, de acuerdo?La niña asiente con la cabeza y se va corriendo hacia donde Lucy le ha dicho.Junto al hombre, como una sombra, está Aspen.Lucy siente cómo el aire se le atora en los pulmones.Aspen.La simple presencia de esa mujer basta para tensar el ambiente.—Buenos días, señor Anderson —dice Sawyer, con su tono amable, casi diplomático—. Es un placer para nosotros recibirlo en nuestro hogar.El hombre lo mira con una expresión neutra, sin extender la mano.—Buenos días, señor Campbell. —Su voz es grave y seca—. Desde ya le advierto que no me puede adular con una cálida bienvenida.Lucy interc