El camino de regreso a casa es un suplicio delicioso.
Sawyer conduce en silencio, con los nudillos blancos de tanto apretar el volante.
Lucy, sentada a su lado, puede sentir la tensión que emana de él como electricidad en el aire.
Cada tanto, él la mira de reojo, sus ojos oscuros llenos de algo entre deseo, orgullo y hambre.
Ella se revuelve en su asiento, sintiendo cómo su cuerpo responde a cada mirada, a cada roce de su muslo contra el asiento de cuero.
Sus dedos juegan con la tela de su vestido, intentando distraerse, pero no puede ignorar el calor que crece entre sus piernas cada vez que Sawyer frena en un semáforo y la mira.
Hay algo en su respiración, en el modo en que su pecho sube y baja, que le dice que él está tan desesperado por tocarla como ella por ser tocada.
Deseosa, junta sus muslos y los aprieta para evitar dejarse llevar por lo que siente, safarse el cinturón de seguridad y trepar sobre las piernas de Sawyer en medio de la carretera.
Su respiración se agita tan