La felicidad del momento se rompe en mil pedazos cuando Lucy abre la puerta.
Detrás de Justin aparece Aspen, tan impecable como siempre, con el cabello perfectamente peinado y esa expresión que mezcla falsa cordialidad con veneno.
Ambos tienen la misma sonrisa engreída, maliciosa, como si acabaran de ganar algo que Lucy ni siquiera sabe que está en juego.
Sawyer se tensa al instante. Su cuerpo se adelanta, interponiéndose entre ellos y Lucy de manera casi instintiva, su sombra cubriendo la de ella. Sus ojos se oscurecen, fríos, peligrosos.
—No son bienvenidos aquí —dice, su voz baja, grave, casi un gruñido—. Lárguense.
Pero Aspen ni se inmuta. Avanza un paso, con los brazos cruzados y una expresión de superioridad que hace que la sangre de Lucy hierva.
—Soy trabajadora social, Sawyer —responde con un tono de suficiencia—. Esta es mi visita programada para verificar que Poppy esté bien. Si no nos dejas entrar, voy a dejar en mi informe que estás obstruyendo el proceso y eso, créeme, n