Bianca colocó uno de los vasos frente a Alessia.—Cuñada, este lo exprimí yo misma —dijo, y luego puso el otro vaso delante de Christopher.
Alessia dejó sus piezas de ajedrez sobre el tablero y tomó el zumo con gesto distraído.
Bianca contuvo la respiración, observando con nerviosismo cada movimiento. Pero justo cuando los labios de Alessia rozaron el borde del vaso, lo dejó de nuevo en la mesa.
Bianca se desinfló como un globo.
—¿Qué pasa? —preguntó Alessia, notando la actitud extraña de Bianca.
—Nada, solo que este zumo es recién exprimido. Mientras antes lo bebas, mejor sabe —respondió Bianca forzando una sonrisa.
Alessia asintió y volvió a concentrarse en la partida, tomando otra pieza y estudiando el tablero.
Bianca sintió ganas de arrancarse los pelos de frustración, deseando meterle el vaso directamente en la mano a su cuñada.
Al final, desvió la mirada a la fuerza y le hizo una señal discreta a Christopher.
El niño apenas inclinó un poco la cabeza.
Bianca ocultó las manos tras