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Bianca se aclaró la garganta de nuevo, entrecerró los ojos y preguntó con orgullo:—¿Puedo elegir unos cuantos?

—Como quieras —dijo Alessia, curvando los labios.

La personalidad de Bianca no había cambiado en lo más mínimo. Seguía siendo un “tigre de papel” que le gustaba aparentar, no realmente temible, sino más bien adorable.

Al escuchar las palabras de Alessia, Bianca ya no pudo fingir calma y apretó los puños con alegría.

—¿Como yo quiera? ¡Entonces elegiré unos cuantos! —Sí, este Al era tan generoso como le gustaba.

Entusiasmada, Bianca claramente se olvidó de la necesidad de moderar su admiración por Al.

Eleanor se quedó obedientemente a un lado y, con unas pocas palabras de Alessia, logró ganarse casi por completo a la hipócrita Bianca.

Parpadeó y, con astucia, dio un paso adelante, tomó la mano de Bianca y la condujo hacia la casa.—Tía, sé dónde están los vestidos de mamá. Déjame llevarte a escogerlos.

Alessia observó a tía y sobrina entrar a la casa y las siguió, cerrando la p
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