POV DE ISABELLA
Me hundo en la silla, sollozando copiosamente mientras me cubro la cara con las manos.
Me interrumpe un golpe tímido en la puerta.
Whelan entra aunque no le he dado permiso. Mira a cualquier parte menos a mí. Está avergonzado.
¡Le has llamado, desgraciado!, pienso mirándole fijamente.
—Su comprometido está de acuerdo en liquidar cinco millones de dólares de sus activos, señora Reyes. Es una situación muy irregular, pero como es uno de nuestros principales clientes… y ha insistido… mucho. —Se detiene y se sonroja. Después me mira con el ceño fruncido y no sé si es porque Alexander está siendo muy irregular o porque Whelan no sabe cómo tratar con una mujer que está llorando en su despacho—. ¿Está usted bien?
—¿Le parece que estoy bien? —exclamo.
—Lo siento, señora. ¿Quiere un poco de agua?
Asiento, resentida. Acabo de dejar a mi pareja, al amor de mi vida. Bueno, Alexander cree que le he dejado. Mi subconsciente frunce los labios: «Será porque tú le has dicho eso».
—