Luego de la partida de Charlotte, Adriel se quedó un rato vagando por el hospital hasta que su teléfono celular comenzó a sonar ante una llamada entrante.
Miró la pantalla del mismo y comprobó lo que temía: era su madre.
Ya podía hacerse una buena idea del motivo de su llamada.
Era demasiado obvio.
Aparentemente, la noticia sobre su discusión con Charlotte ya había llegado a los oídos de Ana Paula.
—Soluciona las cosas con Charlotte de inmediato —la voz de su madre no era dura, pero tampoco dejaba espacio para la duda. Era un consejo que sonaba a súplica y a la vez a reprimenda. Una total contradicción—. La boda está muy cerca. No pueden cancelarlo todo de un día para otro. ¡Es una locura!
Adriel cerró los ojos por un instante, agotado.
No solamente era el cansancio por permanecer varios días en el hospital cuidando de su hijo, sino también se trataba del cansancio emocional causado por la idea de un matrimonio que no le entusiasmaba en lo más mínimo.
—Creo que ella tiene razón.