Natalia se enteró del arresto de su madre y lo pensó mucho antes de enfrentarse a una mujer que en toda su vida no había hecho otra cosa que hacerla sufrir.
¿Debería verla y hablar con ella una última vez?
Su deseo de hacerlo era casi nulo, pero sabía que necesitaba de esto para cerrar este capítulo en su vida.
—No tienes que hacerlo —la voz de su esposo le llegó desde el umbral de la habitación.
Ya se encontraba de regreso en la mansión y todo se sentía tan diferente…
Lo primero que hizo al llegar fue buscar a sus hijos y darles un fuerte abrazo.
Los niños no se mostraban tan animados como siempre, sus ojitos marrones danzaban asustados.
“¿Mamá, papá es malo?”, fueron algunas de sus insistentes preguntas.
Natalia se vio obligada a hablar con la verdad, después de todo habían presenciado el momento en que Roberto la había golpeado.
—Su padre hizo cosas muy malas —comenzó con voz baja, tratando que el impacto de sus palabras no fuera lo suficientemente devastador para sus pequeño