—Por favor, regrese rápido —la voz de Carmen era firme.
Al mismo tiempo, en la mansión familiar de Mariana.
—¿Qué? ¿Renunció a los derechos de herencia del fondo fiduciario? —Daniela tenía el teléfono en la mano, su voz estaba llena de asombro—. Abogado, ¿está seguro de que no se equivoca? ¡Eso son cincuenta millones de dólares!
—Señora Morales, los documentos llegaron ayer por la tarde firmados por ella. —La voz del abogado llegaba desde el teléfono—. Dijo que quería transferir todos los derechos a la señora Mendoza.
Fernando le quitó el teléfono. —¡Eso es imposible! Aunque Mariana sea buena con Viviana, ¡no sería buena hasta ese extremo!
—Señor Morales, no es solo el fondo fiduciario. Según tengo entendido, la señora también transfirió en estos dos días su galería, las acciones de la empresa, e incluso la colección de arte que ustedes le regalaron...
—¿Qué? ¿También le dio el Monet que le dejó mamá?
—Así es. Y todos son trámites legales. Ya se completó el proceso.
Después de colgar,