Esa tarde, en las oficinas centrales del grupo empresarial.La noticia corrió como pólvora. Mariana había llevado a su hermana a la reunión del consejo directivo y había anunciado allí mismo la transferencia de sus acciones.—Mariana, ¿me estás tomando el pelo? —Roberto, uno de los miembros del directorio, me apartó discretamente.—No estoy jugando —dije, firmando el documento—. Desde este momento, Viviana tomará mi lugar en las decisiones corporativas.Ella no podía contener la emoción, pero hacía todo lo posible por mostrarse humilde. —Mariana, yo... ¡No encuentro las palabras!—No necesitas decir nada —repuse, pasándole los papeles—. Trabaja duro.Durante el regreso a casa, dejó caer la fachada. —¿Por qué estás haciendo esto?—Porque es lo que buscabas, ¿no? —Apoyé la cabeza contra el cristal del auto—. Mi marido, mi hija, mis bienes... saliste victoriosa.—Mariana, yo...—Hazme un favor —la interrumpí—, por lo menos delante de Camila, mantén la actuación. Es solo una n
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