Un mes después.
Carlos iba todos los días a sentarse un rato frente a la tumba de Mariana. Llevaba a Camila, aunque la niña siempre iba de mala gana.
—Papá, ¿por qué tenemos que venir aquí? —Pateaba las piedrecitas.
—Porque aquí descansa alguien que te ama.
—Pero ella nunca jugaba conmigo —Camila hizo un puchero—. Mami Viviana decía que las personas que me aman siempre están conmigo.
El corazón de Carlos se rompió una vez más. No sabía cómo explicarle a una niña que esa persona, que "siempre estaba con ella", era una mentirosa. Que aquella mujer, que "no jugaba con ella", la amó con toda su vida.
Viviana fue condenada a cadena perpetua. En el tribunal, seguía justificándose, diciendo que todo había sido un plan de Mariana para incriminarla. Pero la evidencia era irrefutable.
Sus padres vendieron la casa y se mudaron a Florida. Dijeron que todo en Nueva York les recordaba la pérdida de su hija. Antes de irse, la madre se arrodilló frente a la tumba de Mariana por mucho, mucho tiempo.
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